La enfermedad renal crónica (ERC) es una afección caracterizada por una pérdida gradual de la función renal con el tiempo. La ERC puede ser causada por diabetes, presión arterial alta y otros trastornos. La detección y el tratamiento tempranos a menudo pueden evitar que la enfermedad renal crónica empeore. Cuando la enfermedad renal progresa, eventualmente puede conducir a insuficiencia renal, que requiere diálisis o un trasplante de riñón para mantener la vida.1
Actualmente, la enfermedad renal crónica es un desafío de salud mundial. Es una de las principales causas de enfermedad (morbilidad) y muerte (mortalidad) a nivel mundial. En los últimos 9 años, según la Organización Mundial de la Salud(OMS), la enfermedad renal ha aumentado hasta convertirse en una de las 10 principales causas de muerte en todo el mundo.2
La prevalencia global de ERC en 2017 fue de 9.1% (700 millones de casos) y subió a 13.4% en 2019.3
Se estima que alrededor de 37 millones de adultos estadounidenses tienen ERC, y la mayoría no están diagnosticadas.4
El 40% de las personas con función renal severamente reducida no son conscientes de tener ERC.4
Cada 24 horas, 360 personas comienzan el tratamiento de diálisis por insuficiencia renal.4
En Estados Unidos, alrededor de 3 de cada 4 nuevos casos de ERC son causados por diabetes y presión arterial alta.4
En 2019, la ERC le costó a Medicare 87.200 millones de dólares y la ESRD costó 37.3 mil millones de dólares adicionales.4
Los pacientes con diabetes, hipertensión, o antecedentes familiares de insuficiencia renal están en riesgo de desarrollar enfermedad renal crónica (ERC) .5,6 La detección temprana, el monitoreo y el tratamiento pueden prevenir o retrasar las complicaciones de la ERC,5,7 y la prueba de microalbuminuria es una herramienta útil para la detección temprana de esta enfermedad.
Los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) recomiendan evaluaciones anuales de la excreción de albúmina para diagnosticar y monitorear el daño renal en pacientes con diabetes tipo 1 durante 5 años o más, o con diabetes tipo 2.8 Puede estar indicado un monitoreo más frecuente en pacientes con un estado clínico cambiante, o después de intervenciones terapéuticas.9